Puede resultar sorprendente, pero es un hecho comprobado. El juego, entendido como actividad lúdica, tiene una importancia vital en el bienestar de las personas mayores. Son numerosos los estudios científicos que corroboran los beneficios psicológicos, físicos y afectivos que pueden reportar a los ancianos las actividades recreativas. Pueden realizarse con otros ancianos, un especialista, su cuidador, en talleres o simplemente con su familia. Cada juego será susceptible de un tipo de compañía y todos revertirán de forma positiva en su salud.
Una partida de cartas, jugar al dominó o participar en un taller de manualidades pueden resultarnos actividades triviales, pasatiempos, sin embargo la realidad demuestra que son determinantes en la prevención de los efectos negativos del envejecimiento. En ocasiones, sobre todo en la edad adulta, olvidamos la importancia que tiene el juego para desarrollar nuestra capacidad de imaginar, aprender y relacionarnos con los demás a través de algo tan natural como es la simple acción de jugar. La necesidad del entretenimiento es inherente al ser humano desde sus orígenes. El juego forma parte de nuestras vidas desde que nacemos. Aunque luego tendamos a considerarlo intrascendental. Sabemos que para un recién nacido es fundamental recibir estímulos externos en forma de sonidos, colores, formas y movimientos. Hasta con las muecas de sus padres un bebé está aprendiendo. Pues lo mismo ocurre con las personas mayores. La vejez es una especie de regresión a nuestra primera infancia. Las actividades rutinarias años antes se convierten en complejas y extrañas. Como cuando nacemos y debemos aprenderlo todo por primera vez. El juego puede ayudar a nuestros mayores a retomar ese control sobre su cuerpo, sus emociones y su mente porque:
Y son cientos las actividades lúdicas que se pueden llevar a cabo con nuestro mayores. Realizar campeonatos de juegos de mesa como el ludo, las damas o el ajedrez; organizar concursos de chistes y adivinanzas; jugar al bingo; conversar con otras personas de su misma edad; realizar excursiones al campo o visitas a lugares de su interés; ir al cine, al teatro o a otro tipo de espectáculos adecuados; realizar manualidades; hacer punto; bailar; cocinar; practicar deportes suaves o caminar acompañados… Toda actividad que promueva el entretenimiento, el aprendizaje, el desarrollo mental e incluso el movimiento físico puede considerarse beneficiosa para el anciano. Eso sí. A la hora de elegir y buscar los juegos más adecuados debemos tener en cuenta sus posibilidades:
Y si no, piensa, ¿a quién no le gusta echar una partida de cartas y ganar a sus contrincantes? ¿qué emociones experimentamos? Las mismas que ellos.
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ImportanteLos consejos relacionados a la nutrición, son de divulgación científica publicados por nuestra experta nutricionista en nuestro blog.
Mi Enfermera no busca reemplazar el consejo del médico y recomienda ir a verlo o a su nutricionista para cada caso particular. Categorías
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