En el Día Mundial de la Salud, que este año se interesa por la calidad alimentaria, desde Mi Enfermera queremos recordar a aquellas personas que con mayor frecuencia sufren por falta de salud, los ancianos. Si convivimos o estamos al cuidado de una persona mayor en casa debemos estar muy alerta sobre su estado. Prevenir es mejor que curar, ya se sabe, y conocer algunas de las enfermedades más habituales en la tercera edad puede ayudarnos a detectar sus síntomas y la necesidad de acudir a un médico. Por ello, hoy os hablaremos de 3 enfermedades que debemos conocer de cerca si convivimos con un adulto mayor: Artrosis, Diabetes y Malnutrición. Qué son, porqué se producen y cuáles son los síntomas que pueden avisarnos de su existencia. 1. Artrosis¿Qué es? La artrosis es una dolencia crónica debida a la degeneración progresiva del cartílago articular y relacionada normalmente con las edades avanzadas. La artrosis puede afectar a cualquier articulación del cuerpo, si bien suele manifestarse de forma especial en las manos, la columna vertebral, las caderas y las rodillas. Es una enfermedad benigna, no causa la muerte, sin embargo si no se trata adecuadamente puede acarrear complicaciones como dolores articulares, problemas de movilidad e incluso la incapacidad. ¿Por qué se produce? La edad, el sedentarismo y la obesidad son algunos de los factores que favorecen la artrosis en ancianos. Suele afectar a personas de más de 65 años y en mayor medida a las mujeres, que suelen manifestarla en las articulaciones de los dedos de las manos. ¿Cómo detectarla? Cuando una persona mayor se queja de dolores en las articulaciones que desaparecen en reposo, rigidez o dificultades en el movimiento podemos estar ante un problema de artrosis. En una artrosis ya severa las articulaciones afectadas pueden aumentar de tamaño, inflamarse, volverse rígidas y deformarse provocando fuertes dolores y problemas motrices. Es muy importante que el paciente ejercite las zonas afectadas a pesar del dolor para evitar la progresiva atrofia de los músculos. Una alimentación adecuada también puede ayudar a combatir los síntomas de la artrosis. 2. Diabetes Mellitus3. Malnutrición¿Qué es? La Diabetes Mellitus es la enfermedad endocrina (el sistema endocrino ayuda a controlar las funciones vitales del organismo a través de las hormonas) más frecuente en el mundo y puede ser mortal. Entre un 15% y un 20% de las personas mayores sufre de esta dolencia producida por deficiencias en la cantidad o en la utilización de la insulina, lo que lleva a un exceso de glucosa (un azúcar) en la sangre. Las complicaciones pueden aparecer por la subida o bajada brusca del nivel de glucosa en sangre produciendo un coma diabético o una hipoglucemia, respectivamente. A largo plazo, la falta de control o el tratamiento incorrecto de la diabetes puede causar graves daños en diversas partes del cuerpo. Puede dañar la vista (llegando a causar ceguera), el riñón, las arterias (arteriosclerosis), el riego sanguíneo (causa de amputación de las piernas), los nervios (pérdida de sensibilidad), el corazón (infarto de miocardio, angina de pecho) y el cerebro (ictus o enfermedad cerebral vascular), entre otros órganos. ¿Por qué se produce? La edad, la hipertensión, el incremento de los triglicéridos (lípidos o grasas) y la obesidad son algunas de las claves que ayudan en la aparición de la diabetes. En el caso de las personas mayores la Diabetes de tipo 2 es la más común. Se origina cuando el cuerpo es capaz de producir insulina, pero esta no es capaz de actuar recogiendo la glucosa de la sangre por lo que esta aumenta de forma perjudicial. ¿Cómo detectarla? Sed intensa, pérdida de peso, eliminación excesiva de orina, aumento del apetito o un mayor cansancio son algunas de las señales de alerta más características de la diabetes. Aquí tiene algunos consejos sobre cómo combatir la diabetes y cuál debe ser la alimentación de una persona diabética. ¿Qué es?
Sorprende saber que aún en países desarrollados como el nuestro la malnutrición es un problema habitual en personas mayores que ya sufren alguna otra enfermedad. La proporción general de aquejados por malnutrición en la tercera edad no es alta (en torno a un 5%) Sin embargo esa cifra puede llegar a un 50% de casos cuando hablamos de ancianos frágiles, convalecientes u hospitalizados. Es muy importante que dentro del cuidado de una persona mayor en casa pongamos especial atención a su alimentación, ya que de lo contrario podrían agravarse otros problemas de salud ya existentes. ¿Por qué se produce? La malnutrición no es una consecuencia inevitable del envejecimiento, pero con la edad se dan algunos cambios en el organismo y en los hábitos alimenticios que pueden favorecerla. En general un anciano sano tiene menos requerimientos calóricos que una persona adulta o joven. Esto es porque cuando llegamos a una edad avanzada nuestro cuerpo disminuye en masa muscular magra (formada sobre todo por huesos y músculos) y aumenta su contenido en grasa (casi al doble que en la edad adulta) . El tipo de dieta que seguimos también cambia con la edad debido a múltiples factores como el gusto, la situación anímica, las posibles enfermedades físicas y mentales, la economía, la movilidad, las preferencias… Por ejemplo, por lo general una persona mayor tiende a consumir más hidratos de carbono (pan, patatas, arroz…) que proteínas por la sencilla razón de que su coste es menor, son sencillos de ingerir y también de preparar. Así, estos cambios en la alimentación pueden disminuir las reservas necesarias de nutrientes, especialmente en ancianos débiles y con enfermedades crónicas. ¿Cómo detectarla? Reconocer una desnutrición no es sencillo. Podemos pensar que nuestros mayores se alimentan adecuadamente o que su peso está dentro de la media, pero tal vez no estén correctamente nutridos en relación a su edad y situación. Es muy importante que cuando detectemos una pérdida del peso o del apetito originales del anciano no solo lo achaquemos a su edad. Como hemos comentado anteriormente, los factores que pueden inducir a una malnutrición son variados y debemos reconocer cuáles de ellos están afectando a la persona en concreto. Para prevenir este tipo de casos podemos controlar el peso habitual del anciano de forma periódica e incluso llevar un registro de su alimentación durante algunos días. De esta forma nos aseguraremos descubrir cambios en su peso y/o desequilibrios en su dieta y consultar a un profesional médico si se producen.
0 Comentarios
Deja una respuesta. |
ImportanteLos consejos relacionados a la nutrición, son de divulgación científica publicados por nuestra experta nutricionista en nuestro blog.
Mi Enfermera no busca reemplazar el consejo del médico y recomienda ir a verlo o a su nutricionista para cada caso particular. Categorías
Todo
|